Soltando y confiando.

Nov 23, 2024
Soltando

Si hay algo que siempre ha sido un reto para mí, es soltar el control. 

 La verdad es que desde chiquita, me acostumbré a planearlo todo, a querer tener cada detalle en orden, como si así pudiera evitar que las cosas salieran mal. Sentía que mientras más control tuviera sobre una situación, más segura estaría. Pero, por supuesto que la vida me ha demostrado que eso es lejanísimo a la realidad. 

Confiar suena fácil pero es uno de los retos más grandes de la vida, al menos para mi. Y no estoy exagerando cuando digo que me ha llevado años, mucha terapia y unos buenos golpes de humildad para entender el concepto, y aún así no siempre siento que lo logro, pero ahí voy, paso a pasito. Y es que no es fácil entregar lo que consideras importante a algo intangible, y menos cuando estás acostumbrada a que las cosas se hagan a tu manera.

El momento en el que supe que no podía controlarlo todo

Me acuerdo claramente un momento en el que me di cuenta de que no podía seguir controlando todo. No fue la primera vez, pero sí la más reciente; estábamos a media mudanza, un cambio que llevábamos planeando por más de un año, en el que pensé que tenía todo cubierto y de repente todo empezó a salirse del plan: los muebles no cabían en la mudanza, perdí de vista la mochila que tenía todos nuestros documentos importantes, la gata se escapó, el vuelo se canceló, la casa en México no estaba lista, teníamos hambre, sueño y ningún rastro de un plan. 

Me sentí frustrada, impotente, y profundamente insegura. No entendía cómo, después de tanto esfuerzo, todo había salido “mal”. Y al mismo tiempo supe que nada de lo que estaba pasando era mi culpa, simplemente era la vida haciendo lo que la vida hace; dándonos sorpresas y oportunidades para aprender a fluir. 

En ese momento, mientras lloraba en el piso de nuestra casa vacía, me di cuenta que era momento de empezar a soltar las riendas que llevaba años apretando. 

Soltar no es lo mismo que rendirse

Admito que por mucho tiempo mal entendí el acto de soltar, pensando que se trataba de rendirme, dejar de intentar e incluso fracasar. Pero ahora creo que más bien se trata de un acto de fe, no de abandono. 

De hecho algo increíble sucedió cuando solté la necesidad de controlar cada pequeño detalle, las cosas empezaron a fluir de formas magníficas e inesperadas, la mayoría de las veces mejor de lo que yo hubiera planeado que fueran. Resulta que al dejar espacio para lo inesperado, permití que el universo hiciera lo suyo y me mostrara nuevas posibilidades que ni era capaz de imaginarme.

El universo como un aliado

Una de las lecciones más profundas que he aprendido en este camino es que la vida y el universo no están en contra de mí, como a veces concluía cuando las cosas se desconchinflaban. Al contrario, el universo es un aliado, raro e inesperado, pero de nuestro lado y aprender a confiar en él es como aprender a bailar con un compañero invisible: a veces tiene un ritmo que parece a destiempo pero si nos dejamos guiar nos daremos cuenta que sabe exactamente lo que está haciendo.

Confiar en el universo no es algo que suceda una vez y ya está. Es una práctica diaria, un recordatorio constante, una lección que se transforma constantemente y que nos invita a ver la vida desde otra perspectiva. 

La vida es un flujo constante, y el control solo una ilusión pasajera.